UPyD llama a los ciudadanos a sumarse a la concentración en defensa del orden constitucional
El nostrismo de los nacionalismos genera un impulso fanático y gregario que huye de la diversidad que caracteriza a un país como el nuestro, dónde la transversalidad y la ética de la solidaridad entre las Comunidades Autónomas constituye un pilar fundamental para el avance de la Democracia, pero la irresponsabilidad del Estado y la cuestionable gestión de los políticos, ha conformado un sentimiento general que hace perder credibilidad en el Sistema. Una política desvirtuada, en la que los ciudadanos no desean participar, convirtiéndose, en algunos casos, en meros espectadores imbuidos en la desidia de la desconfianza; por todo ello tenemos un desafío, regenerar la democracia, para construir un sistema de inclusión de todos los ciudadanos, responsable, capaz de sumar y articular las demandas y necesidades que se originen de la sociedad y la ciudadanía.
Estoy cansada del despotismo que estampa reiteradamente un Gobierno por el que me siento marginada, un Gobierno que acaece ante la palabrería de minorías autocráticas, resultantes imprescindibles para popularizar proposiciones insulsas que no dicen nada, pero en lugar de enervar o diluir nuestros valores, hacen veraz la necesidad de actuar, dejando la charlatanería e impulsando propuestas honestas, tomando la iniciativa de dignificar la condición connatural de ciudadano que todos poseemos.
Karl Kraus escribió " En esta época en la que ocurre justamente lo que uno no podía imaginarse, y en la que ha de ocurrir lo que uno ya no podía imaginarse, si pudiera, no ocurriría; en esta época tan sería que se ha muerto de risa ante la posibilidad de que pudiera ir en serio; que sorprendida por su lado trágico busca el modo de disiparse, y al pillarse con las manos en la masa se pone a buscar palabras; en esta época ruidosa que retiembla con la sinfonía estremecedora de acciones que provocan noticias y de noticias que disculpan acciones, en una época así no esperen de mí ni una sola palabra propia. Ninguna salvo ésta, justamente la que protege aún al silencio de ser malentendido. Pues hasta ese punto está firmemente asentado en mí el respeto por lo intocable del lenguaje, por su condición subordinada a la desgracia. En los reinos donde sobra escasez de fantasías, donde muere el hombre de hambre espiritual sin husmear siquiera lo ayuno de su alma, donde la pluma se moja en sangre y la espada en tinta, allí ha de hacerse lo que se piensa, pero lo que llega sólo a pensarse es inexpresable. No esperen de mí una sola palabra. Ni sería yo capaz de decir alguna nueva: a tanto llega el estruendo en el cuarto en que uno escribe, y no es momento de decidir si procede de animales, o de niños, o tan solo de morteros. Quien hace honor a las acciones deshonra acción y palabra a un tiempo y es doblemente despreciable. Es ése un oficio que no se ha extinguido. Los que ahora nada tienen que decir porque la acción tiene la palabra siguen hablando. ¡Quién tenga algo que decir que dé el paso al frente y calle!
.....la vida, la igualdad, la justicia, seguridad, una educación libre…. son derechos fundamentales, que queremos asumir sin privilegios y con responsabilidad, accionando nuestra integridad e inteligencia, dejando de ahogarnos bajo la permisividad de dirigentes pasivos cuya actividad dista notablemente de la seguridad que debemos tener garantizada por un estado democrático.
Cuantas veces me he preguntado si no estamos cansados de déjà vu, esa alteración por la que creemos haber vivido situaciones que no han ocurrido, o modifica circunstancias de aquellas que se han producido. Doy un paso adelante para participar, construir e involucrarme activamente en la potenciación de una reforma necesaria, la Regeneración de una Democracia clandestina que hoy siento que navega bajo la sombra que proyectan los nacionalismos.